El carnaval más conocido en Bolivia sería seguramente el de Oruro. Acontecimientos similares en Villazón no se quedan —sin embargo— muy atrás. Diría, incluso, que superan los de Oruro, ya que a Villazón no ha llegado aún el turismo masivo, la televisión, los periodistas extranjeros y organización estricta. En el cáos informal del carnaval boliviano en la frontera con Argentina se puede acercarse facilmente a sus participantes, charlar con ellos, y —por qué no— hacerle un retrato fotográfico.
Los bajos e incesantes sonidos de los tambores más el olor de albahaca fresca hipnotizan de manera tal que aunque no marchemos por la avenida principal en vestidos coloridos, nos sentiremos parte: del carnaval, de la comunidad, de los Andes y de la Tierra.
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Los bajos e incesantes sonidos de los tambores más el olor de albahaca fresca hipnotizan de manera tal que aunque no marchemos por la avenida principal en vestidos coloridos, nos sentiremos parte: del carnaval, de la comunidad, de los Andes y de la Tierra.
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