Volví a Venezuela, volví a Caracas. Entré por Paraguachon, dos días despues cerraron la frontera. La otra semana cerraron la de Arauca y ahora todas ya estan cerradas y yo estoy aquí. ¿Pero qué no hace uno por amor?
En trenes en Polonia - esos de los viejos - los pasajeros estan sentados en compartimientos por ocho personas en cada uno. Tienes cuatro persona en un banco y cuatro personas en frente. A veces solo se la pasan mirando, otras veces alguien se queja: solicita cerrar o abrir la ventana porque esta enfermo o tiene calor. Pasa tambien que en un compartimiento se sientan solamente dos, tres personas. Esa tercera se sienta en un rincon y se queda callada. Yo y el viejo en frente nos sentamos cerca de la ventana. El lee algo, yo tambien, y de eso se empieza. Luego resulta que el trabajaba en Z., y yo sí, claro, conozco este pueblo: pues pasé por ahí caminando con una mochila roja y grande, con dos amigos más, en vacaciones de dos mil cinco. Terminamos contando toda la vida, sin preocupaciones, porque pues, igual, nunca más nos vamos a ver.
Como ustedes saben - tengo un blog en polaco, donde escribo más. Como ustedes probablemente no saben - alla no escribo nada personal, solamente las cosas de viaje, de lugares, etc. Aquí, escribiendo en español, me puedo atrever un pelín más: pues, con la mayoria de ustedes, los que leen este texto, no nos vamos a ver más. Ustedes bajan en la estacíon Z., yo voy más allá, hasta K. Me pueden llamar por telefono, me pueden escribir, pero no me van a mirar los ojos.
O quizas van, no lo sé. ¿Y si yo también me quedo en Z.? Eso tampoco lo sé.
Pues entonces dejé la bici en Bogotá, llegué a Bucaramanga pidiendo cola (viajando a dedo, haciendo autostop) y logré sacar una visa. Luego, de la misma manera, pasando por Santa Marta, fui a Paraguachon, en La Guajira. Aja, en Santa Marta compré para N. jabón, shampoo, café y otras cosas cuales no se consigue. Luego A. se rió que Venezuela es el unico país donde puedes dar a mujer como un regalo toallas femininas. Pues, ¿vieran, que las buscaba? Me acuerdo que salí de Santa Marta caminando, pasé por un distribuidor, un puente, y en una aldea me comí una papa rellena y comiendola no sabia aun que la siguiente comida me esperaba hasta en Maracaibo. Un carro, un camion metiendose por trochas, otro camion, caminar por el desierto con este maldito calor y zapatos gruesos - no en chanclas, como siempre, para esconder dinero en las medias - asi llegué a Maicao, compré algo de bolivares, fui a la frontera. Me dejaron pasar. Me senti feliz, feliz, realmente feliz, queria gritar de alegria, me senti algo como en casa, ese momento fue bonito. El penultimo bonito.
En una moto llegué a Paraguaipoa y allá tomé un bus a Maracaibo, entré a la capital del Zulia por el mismo rio de basura que me espanto el octubre pasado y sin problemas conseguí un pasaje a Caracas. No tenian empanadas de carne molida ni de mechada, ni de jamon. Solo de papa. Al lado tenian hamburguesas. Comí, por fin, y me eché como dos litros de liquidos de una vez.
Me compré una tarjeta de movilnet, pero resultó insuficiente. Fui a la misma tienda otra vez y el viejo me dice: "hace años que no lo veo, chico! como ha estado?". ¡Esta es mi gente! - me pasó por la cabeza.
Dos veces nos pararon en alcabalas y verificaban los papeles. "Mira que tiene ese loco!" llamó un tipo de SAIME al otro. Me dio miedo que no les iba a gustar mi visa, pero no me hicieron problemas y por la mañana, cinco de septiembre, llegué al terminal la Bandera. Me recibió A., me bañé y traté de creer que lo imposible se volvió posible.
Al día siguiente compré unas cuantas rosas con un poco de mata y fui a buscarla, fui a su casa. Era domingo y Caracas estaba muerta, hacía un calor tremendo. Me abrió su mamá y no pudo ni hablar. Y ella tampoco, no pudo ni creer. Se sorprendió. Y mucho. Nos abrazamos y no supimos ni que decir.
Fuimos a Los Proceres y ya pensé que se iba a normalizar todo. Ella estaba alegre, sonreida y sonrojada. Saboreé sus labios y ya me vi levantandome quince minutos antes de que ella se despierte, para prepararle su desayuno y café y, pues, hacerle todos los días dulces, sabor a chocolate. Y éste fue el ultimo momento bonito. Luego, dentro de las dos semanas siguientes resultó, que no podré hacerlo.
Aja, ¿y por qué? Nos conocimos hace rato, en diciembre, nos ibamos viendo y yo, y yo pues, estaba ciego y no me di cuenta que estaba pasando en mi vida. Estaba metido en la vaina de viaje, de seguir, de no se que. Y no me di cuenta que vino un ángel para cambiar mi rumbo. Antes de que me diera cuenta de eso, dejé al ángle. En pocos días me dí cuenta, entonces sí, que eso fue un error, pero ya, ya era tarde. Ésto pasó en mayo. Ahora se nos termina septiembre y a mi me sigue asombrando que hay errores en la vida cuales aparentemente no se puede reparar. ¿O se puede? No lo sé. ¿O se puede pero yo no sé como? Eso puede ser, porque no soy muy bueno en estos juegos, me llevan las emociones y así, las mejores intenciones pasan desapercibidas, y lo que se consigue es más bien totalmente contrario a lo que se intentaba censeguir. En vez de darle tranquilidad y alegria, se le da angustia. En vez de servirle, se la aleja. En vez de tenerla en los brazos, se la ve mirando a uno con animosidad.
Me dijo que no iba a volver cuando estaba en Tunja. Y tanto en Tunja, como luego durante las dos semanas en Bogotá casi no comia. Ni había sabido que asi se puede: pasar todo el día con media arepa delgada y un huevo en el estomago, solamente. Pero no sentia hambre, ni frio, ni calor, ni nada. Cuando me sentía debil por la falta de glucosa es cuando me daba cuenta que quizas había que tragar algo.
Lo peor es quizas la impotencia ante lo irreversible. Muerdes las manos, pero eso tampoco ayuda.
Parece que la perdí. Aunque Benedetti tiene una táctica, ¿capaz será eso que funcione? Cuando por fin en la vida se esta seguro de algo, se encuentra la mujer que sí, vale la pena, se pone todo en la mesa. O no se, por lo menos yo lo veo así. Y entonces si me quiere ver, intentaremos otra vez. En un rato. Ahora voy a la playa, a relajarme.
Aja, y a mi me gusta Caracas. Parque del Este y las guacamayas en los arboles, el café, las panaderias, la gente que es como si no fuesen de una capital, sino un pueblo playero. Me gusta Caracas.
Mi Caracas |
En trenes en Polonia - esos de los viejos - los pasajeros estan sentados en compartimientos por ocho personas en cada uno. Tienes cuatro persona en un banco y cuatro personas en frente. A veces solo se la pasan mirando, otras veces alguien se queja: solicita cerrar o abrir la ventana porque esta enfermo o tiene calor. Pasa tambien que en un compartimiento se sientan solamente dos, tres personas. Esa tercera se sienta en un rincon y se queda callada. Yo y el viejo en frente nos sentamos cerca de la ventana. El lee algo, yo tambien, y de eso se empieza. Luego resulta que el trabajaba en Z., y yo sí, claro, conozco este pueblo: pues pasé por ahí caminando con una mochila roja y grande, con dos amigos más, en vacaciones de dos mil cinco. Terminamos contando toda la vida, sin preocupaciones, porque pues, igual, nunca más nos vamos a ver.
Como ustedes saben - tengo un blog en polaco, donde escribo más. Como ustedes probablemente no saben - alla no escribo nada personal, solamente las cosas de viaje, de lugares, etc. Aquí, escribiendo en español, me puedo atrever un pelín más: pues, con la mayoria de ustedes, los que leen este texto, no nos vamos a ver más. Ustedes bajan en la estacíon Z., yo voy más allá, hasta K. Me pueden llamar por telefono, me pueden escribir, pero no me van a mirar los ojos.
O quizas van, no lo sé. ¿Y si yo también me quedo en Z.? Eso tampoco lo sé.
Pues entonces dejé la bici en Bogotá, llegué a Bucaramanga pidiendo cola (viajando a dedo, haciendo autostop) y logré sacar una visa. Luego, de la misma manera, pasando por Santa Marta, fui a Paraguachon, en La Guajira. Aja, en Santa Marta compré para N. jabón, shampoo, café y otras cosas cuales no se consigue. Luego A. se rió que Venezuela es el unico país donde puedes dar a mujer como un regalo toallas femininas. Pues, ¿vieran, que las buscaba? Me acuerdo que salí de Santa Marta caminando, pasé por un distribuidor, un puente, y en una aldea me comí una papa rellena y comiendola no sabia aun que la siguiente comida me esperaba hasta en Maracaibo. Un carro, un camion metiendose por trochas, otro camion, caminar por el desierto con este maldito calor y zapatos gruesos - no en chanclas, como siempre, para esconder dinero en las medias - asi llegué a Maicao, compré algo de bolivares, fui a la frontera. Me dejaron pasar. Me senti feliz, feliz, realmente feliz, queria gritar de alegria, me senti algo como en casa, ese momento fue bonito. El penultimo bonito.
En una moto llegué a Paraguaipoa y allá tomé un bus a Maracaibo, entré a la capital del Zulia por el mismo rio de basura que me espanto el octubre pasado y sin problemas conseguí un pasaje a Caracas. No tenian empanadas de carne molida ni de mechada, ni de jamon. Solo de papa. Al lado tenian hamburguesas. Comí, por fin, y me eché como dos litros de liquidos de una vez.
Me compré una tarjeta de movilnet, pero resultó insuficiente. Fui a la misma tienda otra vez y el viejo me dice: "hace años que no lo veo, chico! como ha estado?". ¡Esta es mi gente! - me pasó por la cabeza.
Dos veces nos pararon en alcabalas y verificaban los papeles. "Mira que tiene ese loco!" llamó un tipo de SAIME al otro. Me dio miedo que no les iba a gustar mi visa, pero no me hicieron problemas y por la mañana, cinco de septiembre, llegué al terminal la Bandera. Me recibió A., me bañé y traté de creer que lo imposible se volvió posible.
Al día siguiente compré unas cuantas rosas con un poco de mata y fui a buscarla, fui a su casa. Era domingo y Caracas estaba muerta, hacía un calor tremendo. Me abrió su mamá y no pudo ni hablar. Y ella tampoco, no pudo ni creer. Se sorprendió. Y mucho. Nos abrazamos y no supimos ni que decir.
Fuimos a Los Proceres y ya pensé que se iba a normalizar todo. Ella estaba alegre, sonreida y sonrojada. Saboreé sus labios y ya me vi levantandome quince minutos antes de que ella se despierte, para prepararle su desayuno y café y, pues, hacerle todos los días dulces, sabor a chocolate. Y éste fue el ultimo momento bonito. Luego, dentro de las dos semanas siguientes resultó, que no podré hacerlo.
Aja, ¿y por qué? Nos conocimos hace rato, en diciembre, nos ibamos viendo y yo, y yo pues, estaba ciego y no me di cuenta que estaba pasando en mi vida. Estaba metido en la vaina de viaje, de seguir, de no se que. Y no me di cuenta que vino un ángel para cambiar mi rumbo. Antes de que me diera cuenta de eso, dejé al ángle. En pocos días me dí cuenta, entonces sí, que eso fue un error, pero ya, ya era tarde. Ésto pasó en mayo. Ahora se nos termina septiembre y a mi me sigue asombrando que hay errores en la vida cuales aparentemente no se puede reparar. ¿O se puede? No lo sé. ¿O se puede pero yo no sé como? Eso puede ser, porque no soy muy bueno en estos juegos, me llevan las emociones y así, las mejores intenciones pasan desapercibidas, y lo que se consigue es más bien totalmente contrario a lo que se intentaba censeguir. En vez de darle tranquilidad y alegria, se le da angustia. En vez de servirle, se la aleja. En vez de tenerla en los brazos, se la ve mirando a uno con animosidad.
Me dijo que no iba a volver cuando estaba en Tunja. Y tanto en Tunja, como luego durante las dos semanas en Bogotá casi no comia. Ni había sabido que asi se puede: pasar todo el día con media arepa delgada y un huevo en el estomago, solamente. Pero no sentia hambre, ni frio, ni calor, ni nada. Cuando me sentía debil por la falta de glucosa es cuando me daba cuenta que quizas había que tragar algo.
Lo peor es quizas la impotencia ante lo irreversible. Muerdes las manos, pero eso tampoco ayuda.
Parece que la perdí. Aunque Benedetti tiene una táctica, ¿capaz será eso que funcione? Cuando por fin en la vida se esta seguro de algo, se encuentra la mujer que sí, vale la pena, se pone todo en la mesa. O no se, por lo menos yo lo veo así. Y entonces si me quiere ver, intentaremos otra vez. En un rato. Ahora voy a la playa, a relajarme.
Aja, y a mi me gusta Caracas. Parque del Este y las guacamayas en los arboles, el café, las panaderias, la gente que es como si no fuesen de una capital, sino un pueblo playero. Me gusta Caracas.
Táctica y estrategia // Mario Benedetti
para N.
Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos
mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible
mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos
mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos
mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple
mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.
mirarte
aprender como sos
quererte como sos
mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible
mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos
mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos
mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple
mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.
las nubes: por ahí es donde nos conocimos. |
Acabo de encontrar tu blog,me pareces increíble, lo que escribes, lo que vives como piensas que Dios te bendiga!
ResponderBorrarEspero ver mas post!
jaja, y como es que "encontraste" ese blog? por lo general lo encuentran pocas personas ; )
BorrarCosas que uno hace por amor. Suerte! ;)
ResponderBorrarQué maravilla. c:
ResponderBorrarHermano, no lo vas creer! Acabo de leer en nada de tiempo tu blog y no paro de asombrarme de lo pequeño que es el mundo. Yo me creí osado por hacer hitch hiking en europa, pero más lo eres tú que lo haces en Latinoamerica y has llegado a Venezuela! Conocí hoy a una amiga tuya que se llama Magda. Le dije que soy venezolano y me comento de ti. Yo estoy viviendo de momento en Wroclaw. En que parte de Caracas estás? Cualquier cosas que necesites, por favor dimelo. Toda mi familia está allá. Me gusta burda tu historia marico jajaja un saludo y un abrazo!
ResponderBorrarGracias hermano, todo bien aqui - bueno, si no contar lo mas importante - estoy por Bellas Artes mas o menos, acomodandome para quedarme un pelin mas en la capital mi favorita jejeje
BorrarMe sorprende la soltura de tu español , si no es por que comentas que eres polaco ni me enteró, estoy a la orden en maracaibo y en coro estado Falcón , por cierto que es ese algo que tienen los venezolanos que les gusta tanto?
ResponderBorrarQuizas no tanto los venezolanos sino las venezolanas ; )
BorrarPero hablando en serio: creo que los venezolanos tienen algunas caracteristicas cuales atraen a uno. En pocas palabras: saben disfrutar la vida.
Me sorprende la soltura de tu español , si no es por que comentas que eres polaco ni me enteró, estoy a la orden en maracaibo y en coro estado Falcón , por cierto que es ese algo que tienen los venezolanos que les gusta tanto?
ResponderBorrarQuerido!!!! Me alegra que estés bien y feliz (creo) porque no entendí aquello del penúltimo momento feliz. Me perdí en parte de la historia pero sé que estás y eso alegra!
ResponderBorrarSi, tienes razon, hay que corregirlo marcando el ultimo momento feliz.
BorrarAh no, me di cuenta que ya lo haia marcado!
BorrarEso. Entonces no, no estoy feliz!
Ni Benedetti me ayudó, al parecer.
Hola saludos desde Venezuela lucia me hablo de ti y me sorprendió tu historia esa travesía y ese cariño con el que hablas de Venezuela eso es de memorar desde acá se te envía buena vibra y la lante.
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